Alrededor de cuatrocientos veinte mil años atrás, apareció la primera lanza de madera sobre la tierra, esta creación humana fue encontrada en Clacton, Essex, Inglaterra.
También en esa época se encontró el que posiblemente es uno de los primeros medicamentos empleados por los seres humanos; el ocre. Este hallazgo, realizado en Terra Amata, en el Sur de Francia, en un yacimiento de trescientos ochenta mil años, dio algunos indicios de cómo se utilizó este mineral en ese momento, principalmente a través del uso herramientas achelenses con fragmentos que presentaban señales de haber sido empleadas por humanos.
Hasta hoy existen pueblos tribales que emplean el ocre para tratar las pieles de los animales o bien como repelente de insectos, para detener el sangrado o como protección para el sol. ¿Será entonces este mineral terroso consistente de óxido de hierro hidratado uno de los primeros medicamentos utilizados por los seres humanos?
Hoy más que nunca, la pregunta es dónde encontrar un «ocre», porque en momentos en que la humanidad volcaba su mirada a los retos ecológicos, tecnológicos y políticos, de pronto un reto de tipo sanitario por una pandemía, de esas que ya parecían superadas y que erróneamente dábamos como parte del pasado reaparece y con más fuerza que nunca. El Coronavirus nos ha golpeado, con tal fuerza e impacto, que nos ha sumido en la que para muchos es la peor crisis de los últimos cien años de nuestra humanidad.
No dudo en que encontraremos el ocre, ni tampoco que esto traerá lecciones a la humanidad en el largo plazo, esos cambios y definiciones serán productos de las acciones y prioridades que cada uno de nosotros tome en la cotidianidad y en sus posiciones de poder en su hogar y trabajo.
Entre las acciones claves a realizar, se encuentra la responsabilidad personal de estar informado de forma fidedigna, de ser solidarios y de creer que en Chile somos capaces de afrontar los desafíos actuales, porque existen las capacidades físicas y de conocimientos para hacerlo.
En este sentido, uno de los aspectos que considero clave es el accionar desde ya en la creación de implementos de protección y tratamiento que se requieran para afrontar esta enfermedad dentro del territorio nacional.
Esto último es algo que ya muchos ciudadanos organizados y con voluntad han comenzado a realizar, no obstante, se requiere una institucionalidad madura con altos mandos conscientes que ayuden a que la misma sea permeable, funcionando como soporte para que estas soluciones sean evaluadas y perfeccionadas.
Y es que solo de esta forma se transformarán en soluciones reales, unas que se encuentren disponibles en nuestro sistema de salud y hogares para protección de nuestra gente.
No debemos olvidar que las cadenas de suministro de este tipo de implementos se encuentran en sobre demanda y en donde países de gran desarrollo hoy están en situaciones muy complejas referente a la salud de sus poblaciones, y no dudarán en hacer lo imposible porque esos implementos de protección y tratamiento estén en sus fronteras para atender a las necesidades de su población.